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Violencia vicaria y sus terribles consecuencias para los niños

violencia vicaria

¿Has oído hablar sobre la violencia vicaria? En los últimos años los tipos de violencia que pueden ejercerse hacia las mujeres se han ido actualizando de manera que se han incorporado nuevos tipos de violencia. Una de ellas es, como estarás imaginando, la violencia vicaria. Es un tipo de violencia que hace referencia a la violencia que se ejerce contra el entorno de la mujer, en este caso los hijos.

La visibilización de este tipo de violencia ha sido importante, ya que, aborda la protección de las hijas e hijos de la mujer que sufren violencia, poniendo de relieve sus derechos y necesidades. Veamos, a continuación en qué consiste exactamente, cómo identificarla y cuáles son sus indicadores y consecuencias en los menores.

1. ¿Qué es la violencia vicaria?

Es una forma de violencia de género que daña a la mujer a través de su hijo. Instrumentaliza la relación con el niño, cosifica el lazo afectivo y lo utiliza como un medio para herir los sentimientos de la madre.

Es decir, el agresor pone el foco de atención en alguien que es muy importante para la víctima. Y realiza un daño consciente, intencional y deliberado que se prolonga en el tiempo. ¿Cuál es su objetivo? Incrementar la dependencia y mantener el control de la situación. Para ello, el agresor aplica la manipulación, el chantaje y la coacción. Además, es una forma de coacción que, en ocasiones, pasa desapercibida en el entorno más cercano. Además, este tipo de violencia puede hacer que la mujer continúe en la relación de maltrato. Imaginemos que la pareja la amenaza con quitarle la custodia de los hijos si ella termina con la relación de pareja. Desde esta perspectiva es fácil entender por qué, a veces, la mujer continua en la relación de pareja abusiva.

Raúl Lizana autor especializado en violencia de género y un autor que ha profundizado en la violencia vicaria, nos habla sobre varios mitos que existen entorno a la violencia vicaria que invisibilizan el problema. Recojo a continuación algunos de estos mitos que el autor expone en su libro:

A los niños y niñas que han visto violencia entre sus padres no les perjudica necesariamente, a los niños y niñas que no han visto violencia entre sus padres no tiene por qué afectarles, los niños y niñas que han vivido esta violencia tienden a olvidar que ha pasado y siguen con sus vidas, los niños y niñas que han vivido esta violencia no se dan cuenta de lo que pasa en sus casas o no lo entienden, es mejor no ahondar en las heridas de estos niños y niñas, no tocar el tema con ellos.

Raúl Lizana

2. ¿Cómo identificar la violencia vicaria?

Conviene puntualizar que la violencia de género puede manifestarse en diferentes grados y niveles de intensidad. En los casos más graves y extremos puede llegar a causar la muerte de un hijo. Todas las formas de control y de manipulación son negativas y perjudiciales. Sin embargo, es importante identificar las primeras señales, aquellas que en ocasiones pasan desapercibidas. ¿Cuáles son los signos frecuentes en un caso de violencia vicaria? A continuación, analizamos algunas de las señales que se repiten.

2.1. Control sobre la víctima

El agresor quiere mantener el control sobre la víctima bajo cualquier circunstancia y condición. Influye negativamente en su presente y en su futuro. Interfiere en su desarrollo personal y en su calidad de vida. Sus acciones y palabras generan perturbación, intranquilidad, tensión, preocupación y desasosiego. Es decir, es posible que la víctima experimente un estado de alerta permanente en la rutina cotidiana.

2.2. No hay colaboración en el cuidado de los hijos

No existe una verdadera colaboración y entendimiento en el cuidado de los hijos. El agresor instrumentaliza a los menores como una forma de someter a la víctima a un daño constante y extremo. Por ejemplo, critica de forma recurrente a la madre delante de los niños. En otros casos, les manipula para conocer información sobre la vida privada de su expareja (cuando ya se ha producido la ruptura). En definitiva, no respeta la autoridad y el papel de la progenitora. Desacredita su comportamiento y su función en relación con el cuidado de los hijos.

2.3. Amenazas constantes

Somete a la víctima a amenazas frecuentes que, en caso de llevarlas a cabo, podrían generar terribles consecuencias a largo plazo. De este modo, la persona afectada experimenta un temor recurrente que limita su libertad, su capacidad de decisión y su calidad de vida. La madre quiere proteger a los hijos de cualquier circunstancia adversa. Sin embargo, vive situaciones complejas, dolorosas y traumáticas. La incertidumbre se convierte en un ingrediente permanente en la rutina cotidiana. En cualquier momento del día puede producirse un giro inesperado.   

2.4. Rol de superioridad

El agresor se posiciona en un rol de superioridad respecto a la víctima. No tiene en cuenta sus emociones, sus opiniones o sus sentimientos. Sus acciones no muestran empatía, humanidad y sensibilidad. En definitiva, vulnera los derechos de la otra persona. No establece un vínculo de igualdad y reciprocidad: es alguien que busca el sometimiento de la voluntad ajena. En definitiva, ejerce la dominación y el poder a través de la violencia psicológica.

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2.5. Otras características

Aunque es habitual que la violencia se prolongue en el tiempo a través de la instrumentalización de los hijos, conviene puntualizar que el agresor puede utilizar cualquier otro medio para humillar, chantajear y herir. La mujer padece una situación injusta que vulnera sus derechos y su bienestar. A pesar de ello, puede llegar a sentirse culpable por el daño que sufren otras personas de su entorno más cercano.

Por tanto, el objetivo principal es herir a la víctima de un modo intencional como una forma de venganza. Pero, el daño también puede realizarse a través de una tercera persona que es muy importante para ella. Los hijos son especialmente vulnerables en este contexto afectivo. A través de ellos, el agresor sigue causando un sufrimiento permanente incluso más allá de la ruptura de pareja. Utiliza el nexo de unión entre ambos para generar dependencia, terror y control. El agresor solo tiene en cuenta sus deseos, sus prioridades y sus objetivos. Incluso en aquellos instantes en los que muestra una aparente amabilidad, existe un interés personal que está detrás de ese cambio de actitud momentáneo.

En ocasiones, la víctima no comparte aquello que le ocurre con otros seres queridos cercanos. Mantiene la situación en secreto o no describe la realidad en su totalidad. Sin embargo, es importante pedir ayuda y verbalizar las emociones y sentimientos que este hecho produce. También es esencial que el entorno más cercano esté atento ante cualquier posible señal de alarma.

3. Indicadores de violencia vicaria sobre los niños

La violencia vicaria genera un sufrimiento en la madre y también en los niños. ¿Qué efectos produce en los menores? Los niños experimentan un daño importante en la formación de su autoestima. El menor es partícipe de situaciones incómodas y desagradables. Por ello, es habitual que experimente dificultades para concentrarse en los estudios. En definitiva, es posible que se produzca un cambio en su rendimiento académico sin que exista otra justificación que haya podido derivar en esa situación en el ámbito educativo. También es frecuente que el estado de ánimo o el comportamiento del hijo cambie después de haber compartido un tiempo con el agresor. Su compañía no le aporta bienestar emocional, sino inquietud, confusión, estrés y ansiedad.  

El niño escucha comentarios negativos sobre su madre y sobre otros miembros de la familia materna. Es decir, el agresor daña la imagen que el hijo tiene de una persona clave en su vida. Este hecho puede interferir de forma directa en la comunicación que mantiene con su madre. Puede llegar a mostrar resentimiento, irritabilidad, cambios bruscos de humor o rencor. Del mismo modo, puede ocasionar problemas de apego.

Finalmente, el daño sufrido interfiere negativamente en el desarrollo integral del menor. Por ejemplo, puede suponer un obstáculo en la interacción con los demás. De esta manera, es posible que el niño muestre algún tipo de dificultad en sus habilidades sociales.  

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4. Consecuencias de la violencia vicaria en los niños

El entorno familiar deja de ser sinónimo de bienestar, seguridad y tranquilidad. La preocupación y la inquietud aumentan en la rutina cotidiana. Es posible que el maltratador responsabilice al niño de temas que no le corresponden. Así ocurre cuando le hace partícipe de asuntos que no son acordes a su edad y nivel de madurez. En definitiva, no disfruta de una infancia plenamente feliz.

Las consecuencias de la violencia vicaria en los niños se prolongan a largo plazo. Existe el riesgo de que en el futuro el menor repita algunos de los comportamientos que ha observado en su entorno. Pero, conviene señalar que dicha situación no se produce de manera necesaria a modo de causa y efecto. El niño tiene otras figuras de referencia que pueden ser un ejemplo positivo para él. La huella de la violencia vicaria se prolonga en el futuro a través del recuerdo de las situaciones vividas en el pasado y supone una situación traumática para el menor. Comparto contigo este post en el que hablo sobre las secuelas que deja el abuso infantil en la edad adulta.

Antes de terminar el post, me gustaría recordar que cada situación es única y particular. Por ello, las consecuencias de la violencia vicaria siempre deben evaluarse en el contexto individual para comprenderlo desde un punto de vista integral.

Finalmente, quiero compartir contigo un post en el que hablamos sobre resiliencia en mujeres víctimas de violencia en la pareja. ¿No sabes lo que es la resiliencia? ¡Échale una ojeada al post!

5. Referencias bibliográficas

  1. Bedi, G. y Goddardmeter, C. (2007). Intimate partner violence: What are the impacts on children? Australian Psychological Society, 42(1), 66-77.
  2. Campbell, J. y Lewandowski, L. (1997). Mental and physical health effects of intimate partner violence on women and children. Psychiatric Clinics of North America, 20(2), 353-374.
  3. Lizana, R. (2012). A mí también me duele. Niños y niñas víctimas de la violencia de género en la pareja. Barcelona: Gedisa.
Iratxe López Fuentes

Iratxe López Fuentes

Soy Iratxe López, Doctora cum laude en Psicología por la Universidad de Deusto y Psicóloga Clínica. Además, cuento con la Habilitación Sanitaria, lo que me permite ejercer como Psicóloga Clínica y ver pacientes. He atendido pacientes con diferentes dificultades psicológicas y emocionales, como, problemas de autoestima, ansiedad, depresión, duelos, problemas de conducta, dificultades en las relaciones sociales... Por último, me gustaría destacar que tengo la gran suerte de ser la directora del Centro Iratxe López Psicología.

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