Cuando nuestros hijos muestran signos de agresividad, es normal que los padres y madres se sientan preocupados y confundidos. La agresividad infantil es un tema que puede generar una mezcla de emociones y preguntas en las familias: ¿Por qué mi hijo se comporta así? ¿Es normal? ¿Qué puedo hacer para ayudarle?
En este viaje a través de la agresividad infantil, exploraremos sus diferentes facetas y ofreceremos perspectivas y herramientas para comprender, afrontar y prevenir este comportamiento. Si te encuentras en medio de esta situación, ten en cuenta que no estás solo. Vamos a explorar juntos cómo abordar este desafío de manera efectiva. Con este post mi objetivo es que entiendas mejor lo que le está ocurriendo a tu hijo, así como que tengas claras algunas cosas que puedes poner en práctica.
1. Causas y factores que influyen de la agresividad infantil
La agresividad infantil es un comportamiento complejo que puede ser influenciado por una variedad de factores. No entiendas la agresividad de tu hijo como algo que ocurre por un solo motivo. Esto sería un error que no ayudaría en nada a tu hijo y sería simplificar mucho un comportamiento tan complejo.
Aunque cada niño es único, es importante reconocer que la agresividad no surge de la nada. Yo siempre he explicado a las madres y padres que el niño no nace teniendo conductas violentas, esto es algo que el niño aprende.
Una vez dicho lo anterior, creo que ya tienes claro que las causas son diversas y multifacéticas. Podemos dividir estas causas en tres grandes bloques: factores genéticos, ambientales y sociales. Vamos a explicar cada uno de ellos en mayor detalle.
1.1. Factores genéticos
Los factores genéticos desempeñan un papel en la predisposición a la agresividad infantil. Los estudios sugieren que la herencia genética puede influir en la forma en que los niños manejan sus emociones y responden a situaciones conflictivas. Por ejemplo, algunos niños pueden heredar una mayor sensibilidad al estrés o a la frustración, lo que podría manifestarse en comportamientos agresivos en ciertos contextos. Sin embargo, es importante tener en cuenta que los genes no son un destino fijo. El ambiente y la crianza también juegan un papel crucial en cómo se manifiestan estos rasgos genéticos. Es decir, que uno de los progenitores manifieste comportamientos violentos, no significa automáticamente que su hijo vaya a tenerlos también.
1.2. Factores ambientales
El entorno en el que un niño crece y se desarrolla también ejerce un impacto significativo en su tendencia a la agresividad. Experiencias familiares, exposición a la violencia en los medios de comunicación y la interacción con pares pueden moldear las respuestas emocionales y el comportamiento. Los niños que crecen en hogares con estilos de crianza inconsistentes o donde la comunicación efectiva es limitada pueden enfrentar desafíos para aprender a manejar sus emociones de manera saludable. Sin embargo, los niños que son criados de manera respetuosa suelen tener más habilidades emocionales que les permiten expresar su enfado de manera adecuada. Además, la exposición constante a la violencia en el hogar o en el entorno puede normalizar comportamientos agresivos, afectando el repertorio conductual del niño.
Los factores sociales también desempeñan un rol fundamental en la agresividad infantil. La imitación y el aprendizaje social son procesos clave en el desarrollo de los niños, y estos pueden influir en cómo interactúan y responden en situaciones conflictivas. Los niños que observan modelos agresivos en su entorno ya sean adultos o compañeros, pueden ser más propensos a imitar estos comportamientos.
Además, la falta de habilidades de comunicación y resolución de conflictos puede aumentar la probabilidad de que un niño recurra a la agresión como una forma de expresar sus emociones o manejar situaciones desafiantes. Fomentar modelos positivos de comunicación y resolución de problemas en el entorno del niño puede ayudar a contrarrestar estos factores. Debemos tener en cuenta lo que exigimos a nuestros hijos. Muchas veces me he encontrado con madres y padres que pretenden que sus hijos sepan manejar la ira, cuando ellos son los primeros que tienen dificultades para expresar esta emoción de una manera adecuada. Por ejemplo, la madre conduce de manera agresiva e insultando a otros conductores. Y después el niño, ante un problema con la profesora la insulta. No digo que una cosa sea consecuencia directa de la otra, pero, seguro que ayuda.
Comprender estas influencias nos brinda la oportunidad de abordar la agresividad infantil desde una perspectiva holística, buscando soluciones que aborden las causas subyacentes y fomenten un ambiente de crianza saludable.
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2. Tipos de agresividad infantil
La agresividad infantil puede manifestarse de diversas formas, y es esencial comprender los distintos tipos de agresividad infantil para abordar adecuadamente este comportamiento en los niños. Aquí exploraremos algunos de los tipos más comunes de agresividad infantil:
2.1. Agresividad física
La agresividad física implica el uso de la fuerza corporal para dañar a otros o a sí mismo. Puede incluir golpear, patear, empujar o morder. Los niños pueden recurrir a la agresión física como una manera de expresar frustración, enojo o incluso para establecer control sobre situaciones que sienten que no pueden manejar de otra manera.
2.2. Agresividad verbal
La agresividad verbal implica el uso de palabras ofensivas, insultos o amenazas para herir emocionalmente a otros. Los niños pueden recurrir a este tipo de agresión cuando sienten que no pueden controlar sus emociones o cuando desean causar incomodidad en los demás.
2.3. Agresividad relacional
La agresividad relacional se centra en dañar las relaciones sociales de otra persona. Puede incluir la difusión de rumores, la exclusión deliberada o el uso de la manipulación para socavar las amistades. Los niños que muestran agresión relacional pueden estar luchando con sus habilidades sociales y recurren a estas tácticas como una forma de lidiar con la complejidad de las interacciones sociales.
2.4. Agresividad reactiva
La agresividad reactiva surge como una respuesta a situaciones estresantes o desencadenantes. Los niños que experimentan agresividad reactiva pueden sentirse abrumados por sus emociones y recurren a la agresión como una forma de autodefensa o escape de una situación que les resulta amenazante.
2.5. Agresividad impulsiva
La agresividad impulsiva ocurre en el calor del momento, sin una planificación previa. Los niños pueden reaccionar de manera agresiva ante situaciones frustrantes o desafiantes, sin considerar las consecuencias a largo plazo.
2.6. Agresividad instrumental
La agresividad instrumental implica el uso de la agresión como una herramienta para lograr un objetivo específico, como obtener un juguete o evitar una tarea. Los niños pueden recurrir a este tipo de agresión como una forma de manipulación para conseguir lo que quieren.
Es importante recordar que los niños pueden mostrar una combinación de estos tipos de agresividad en diferentes situaciones. Entender estos tipos nos ayuda a identificar las causas subyacentes y abordar de manera efectiva el comportamiento agresivo, trabajando en el desarrollo de habilidades de manejo emocional y resolución de conflictos.
3. Teorías sobre la agresividad infantil
Diversas teorías han sido propuestas para explicar el origen y la naturaleza de la agresividad infantil. Cada una de estas teorías ofrece una perspectiva única sobre por qué los niños pueden mostrar comportamientos agresivos. Además, creo que estas teorías pueden ayudarte a comprender mejor a tu hijo y no culpabilizarle. A continuación, se presentan algunas de las teorías más importantes sobre la agresividad infantil:
Esta teoría sostiene que los niños aprenden a través de la observación y la imitación de los modelos a su alrededor. Si los niños son expuestos a comportamientos agresivos en su entorno, es más probable que reproduzcan dichos comportamientos. Además, la teoría del aprendizaje social destaca la importancia de las recompensas y los castigos en la formación de comportamientos agresivos o no agresivos.
3.2. Teoría del reforzamiento
Esta teoría se centra en cómo los refuerzos positivos y negativos pueden influir en la agresividad infantil. Los niños pueden recurrir a la agresión si han experimentado que este comportamiento les ha proporcionado algún tipo de recompensa en el pasado. Por otro lado, el castigo o la falta de recompensa pueden disuadir la agresión. Por ejemplo, si cada vez que un niño pega a uno de los progenitores para conseguir algo, acaba consiguiéndolo, es más probable que ese comportamiento se repita en el futuro.
3.3. Teoría de la frustración-agresión
Esta teoría sugiere que la agresión es una respuesta natural a la frustración. Cuando los niños enfrentan obstáculos que les impiden alcanzar sus objetivos, pueden sentirse frustrados y recurrir a la agresión como una forma de liberar esa frustración acumulada. ¿Quién no ha visto alguna vez a un niño frustrado que acaba dando golpes en el suelo con los pies? La autorregulación emocional en niños tiene mucho que ver con esto. He escrito un post completo hablando sobre ello en mayor profundidad.
Esta teoría destaca la influencia de la crianza y el ambiente familiar en el desarrollo de la agresión infantil. Los patrones de crianza, la calidad de la relación con el padre y la madre y las experiencias familiares pueden moldear la forma en que los niños manejan sus emociones y conflictos.
3.5. Teoría de la agresión como adaptación evolutiva
Algunos expertos sugieren que la agresión infantil podría tener raíces evolutivas y haber tenido ventajas adaptativas en el pasado. La agresión pudo haber sido una forma de competir por recursos o defenderse en situaciones de amenaza.
Estas teorías proporcionan diferentes perspectivas para comprender la agresividad infantil y sus posibles causas. Si bien ninguna teoría puede explicar todos los casos de agresividad, al considerar estas diversas perspectivas, podemos obtener una comprensión más completa de este comportamiento complejo.
4. Ejercicios y pautas para prevenir la agresividad infantil
El manejo y la prevención de la agresividad infantil requieren de un enfoque proactivo. Implica proporcionar a los niños herramientas efectivas para manejar sus emociones y resolver conflictos de manera saludable. Aquí presentamos algunos ejercicios y pautas que los padres y madres, cuidadores y profesionales pueden implementar para fomentar un entorno en el que los niños aprendan a manejar su agresividad de manera constructiva. Espero que estos ejercicios y pautas te resulten de utilidad.
4.1. Comprende a tu hijo
Es importante tener claro que cuando un niño tiene un problema de agresividad el primero que sufre es él. Un niño que tiene estos problemas suele ser un niño que lo está pasando mal y siente un inmenso dolor. Procura tener esto en mente en todo momento. No hay que atribuir intenciones malévolas al comportamiento de los niños. Si identificamos a nuestros hijos como «niños malos» vamos a acabar adoptando una posición de defensa frente a ellos. Es mucho más útil que nos preguntemos: ¿Qué más podría estar pasando que explique este comportamiento de mi hijo?
Otro aspecto importante en este sentido es no rechazarle o juzgarle cuando se muestre agresivo. La agresividad es una emoción que forma parte de nuestras vidas, tu hijo solo necesita aprender a expresarla de manera adecuada.
4.2. Enseñar habilidades de comunicación
Ayudar a los niños a expresar sus sentimientos y necesidades de manera clara y respetuosa es fundamental. Fomentar la comunicación abierta y el diálogo puede reducir la frustración y la agresividad. Anima a tu hijo a utilizar palabras en lugar de acciones físicas para expresar su enojo o desacuerdo. Por ejemplo, si se enfada y tira un juguete pregúntale cómo podría haber demostrado su enfado con palabras. Si ves que le cuesta, puedes darle algunas ideas.
En este sentido, llevar un diario de emociones puede ayudar a tu hijo a identificar y expresar sus sentimientos. También puede ser una herramienta útil para enseñarles a identificar patrones en sus respuestas emocionales y buscar soluciones para manejar sus emociones de manera más efectiva. En este enlace te dejo un diario de emociones para niños. Solo tienes que pinchar en el enlace y te llevará a una página en la que te tienes que suscribir a la Newsletter. Una vez hayas completado la suscripción, serás redirigido automáticamente a una página en la que te puedes descargar el diario. ¡Te animo a que lo uses! Es una estrategia que he usado en terapia con distintas familias y los resultados son muy buenos. Eso sí, siempre que se use de forma adecuada y con constancia.
4.3. Fomentar la empatía
Enseñar a los niños a ponerse en el lugar de los demás y entender cómo se sienten puede disminuir la agresividad. Promueva discusiones sobre las emociones y cómo ciertos comportamientos pueden afectar a los demás. Puedes explicar cómo te sientes tú cuando muestra un comportamiento de este tipo o preguntarle: ¿cómo crees que se habrá sentido esta persona cuando le has dado una patada?
En este otro post que he escrito comparto contigo varios cortos y canciones para trabajar las emociones con niños. Son recursos valiosos que te invito a que utilices.
4.4. Promover la resolución de conflictos
Anima a tu hijo a encontrar soluciones pacíficas cuando enfrenten conflictos. Enséñeles estrategias como el compromiso, la negociación y el trabajo en equipo para resolver desacuerdos. Hace un tiempo escribí un post en el Blog hablando sobre los celos entre hermanos. En este post comparto contigo algunos ejercicios que sirven para resolver conflictos. Quizás, te interese echarle un vistazo.
4.5. Establecer rutinas y estructura
Un entorno predecible y estructurado puede ayudar a reducir la ansiedad infantil y la agresividad en los niños. Establezca horarios regulares para las comidas, el sueño y las actividades, lo que puede brindarles seguridad y estabilidad. Se que a simple vista puede parecer que las rutinas no tienen nada que ver con la agresividad. Pero, en realidad si tienen su influencia. A los niños les gustan las cosas predecibles, les gusta saber lo que va a pasar. ¿Por qué crees que le gusta que le cuentes el mismo cuento una y otra vez? ¡Porque sabe lo que va a pasar! Esto les aporta tranquilidad y seguridad.
4.6. Modelar comportamientos positivos
Los niños aprenden observando a los adultos que los rodean. Sea un modelo de manejo de emociones y conflictos de manera positiva. Demuestre cómo expresar enojo o frustración de manera adecuada y cómo resolver problemas con calma. Como ya te habrás imaginado, en este sentido, las discusiones de pareja a gritos e insultos no son la mejor manera de modelar comportamientos positivos.
4.7. Fomentar el juego y la creatividad
El juego imaginativo y la expresión creativa pueden ser formas efectivas para que los niños canalicen sus emociones y construyan habilidades sociales. A través del juego los niños expresan sus emociones, por ello, es importante que haya espacio para el juego. Las marionetas y muñecos son muy adecuados para que el niño pueda desarrollar escenas en las que canalice sus emociones.
4.8. Reconocer y elogiar el buen comportamiento
Refuerce positivamente los comportamientos no agresivos y respetuosos. Elogie a los niños cuando resuelvan conflictos pacíficamente y expresen sus emociones de manera adecuada. Generalmente, solemos prestar más atención a los niños cuando hacen algo que no queremos que hagan que cuando hacen algo que nos gusta. Revisa, si estás cometiendo este error.
4.9. Enseñar estrategias de relajación
Enseñar a los niños técnicas simples de relajación, como la respiración profunda y la relajación muscular, puede ayudarles a calmarse cuando se sienten abrumados y reducir la mala gestión de la agresividad infantil. El mindfulness para niños puede ser una herramienta interesante. Quiero recomendarte un libro que he usado con muchos pacientes que se titula Tranquilos y atentos como una rana. Incluye ejercicios sencillos y prácticos que suelen gustar a los niños. También comparto contigo algunos audios que he creado con meditaciones y relajaciones. Los hice pensando en adultos, pero, lo cierto es que la mayoría se pueden usar con niños también.
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Es crucial recordar que cada niño es único y puede necesitar diferentes métodos para aprender a manejar su agresividad. El apoyo de profesionales en la salud mental infantil puede ser inestimable para niños que luchan con la agresividad persistente. Si ves que tu hijo continúa teniendo el mismo problema, acude a un psicólogo que pueda ayudaros. Piensa que esto es un post con algunas pautas genéricas y que en ningún caso sustituye a la ayuda profesional de un psicólogo.
No quería terminar este artículo sin recordar la importancia de nuestro niño interior. Como madre o padre la relación que tengas con tu hijo, muy probablemente se vea influenciada por la relación que tengas con tu niño interior. Por ello, te invito a que te pases por este otro artículo.
¿Sientes que tu niño interior está herido? ¿Te gustaría tener una relación más sana con él? En este artículo comparto contigo varios ejercicios, como, una visualización y una hoja de preguntas.
5. Referencias bibliográficas
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