Las investigaciones llevadas a cabo en los últimos 25 años ponen de manifiesto que la violencia de género es una experiencia capaz de producir toda una constelación de sintomatología psicológica o lesiones psíquicas. Si bien, cualquier tipo de violencia puede producir secuelas psicológicas, en el caso de las mujeres maltratadas por su pareja el impacto de los malos tratos se incrementa debido a las siguientes características: la violencia a menudo consiste en una combinación de actos abusivos de tipo físico, psicológico y/o sexual, suele tener un carácter progresivo y crónico, se produce de forma repetitiva e intermitente y ocurre dentro del propio hogar y por aquella persona con la cual se convive diariamente. Sigue leyendo el post para conocer las secuelas psicológicas de la violencia machista.
Secuelas psicológicas de la violencia en la pareja
Los principales trastornos psicológicos que padecen las mujeres que han sufrido violencia en la pareja son TEPT (trastorno de estrés postraumático) y depresión. Sin embargo, se ha demostrado que las mujeres que sufren violencia de género desarrollan también otras consecuencias psicológicas del maltrato, que pueden aparecer de forma independiente o al mismo tiempo que el TEPT y la depresión. Algunos de estas dificultades son: ansiedad, baja autoestima, abuso o dependencia de sustancias y suicidio o ideación suicida.
A continuación, revisaremos los principales trastornos y problemas que padecen las mujeres que han sufrido violencia de género.
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Depresión
Muchos estudios demuestran que la depresión es uno de los cuadros clínicos que más frecuentemente sufren las victimas en casos de violencia de género. El papel del maltrato emocional es importante en el desarrollo de la depresión, ya que, según los datos muestran el 36,4% de las mujeres que han sufrido violencia psicológica tienen síntomas depresivos. En otro estudio reciente, la mitad de las mujeres que habían sufrido maltrato en la pareja, sufrían depresión moderada, mientras que el 26,2% tenían depresión severa.
La gravedad de los síntomas de depresión se relaciona con una mayor frecuencia, severidad, duración y combinación de tipos de maltrato, con el tiempo transcurrido desde el cese de la violencia, así como con un menor apoyo social recibido por la mujer.
Trastorno de estrés postraumático (TEPT)
Este trastorno es uno de los problemas mentales que más riesgo de sufrir tienen las mujeres víctimas de violencia machista. Según distintos estudios entorno al 69% de las mujeres cumplen los criterios para ser diagnosticadas de TEPT. En cuanto a las características específicas que presentan las mujeres que han sufrido violencia en la pareja destacan, por un lado, la mayor frecuencia de síntomas de reexperimentación (las víctimas reviven la experiencia traumática en forma de pesadillas, imágenes y recuerdos que acuden a su mente de manera involuntaria) y los de aumento de activación (las víctimas muestran una respuesta de sobresalto exagerada, hipervigilancia, insomnio, irritación, dificultades de concentración, etc.) y por otro lado, la menor frecuencia de síntomas de evitación (consiste en evitar los lugares o situaciones que se relacionan con el maltrato).
Otros autores añaden que en las mujeres maltratadas es frecuente encontrar un síndrome traumático complejo, muy similar al TEPT, pero con síntomas adicionales como depresión, ansiedad y pensamientos distorsionados (en concreto, idealizan al maltratador), entre otros.
Respecto a los factores que más se relacionan con el TEPT encontramos: la severidad de la violencia vivida, la proximidad temporal del maltrato, los eventos vitales negativos y los estresores familiares. Asimismo, al igual que sucede en el desarrollo de otros trastornos, el apoyo social disponible y la existencia de eventos vitales positivos, se relacionan de manera negativa con el desarrollo de este trastorno, es decir, que son factores que ayudan a no desarrollar el trastorno.
Abuso o dependencia de sustancias
El consumo y abuso de determinadas sustancias, como alcohol, drogas y psicofármacos ha sido tradicionalmente poco estudiado en las mujeres que han sufrido violencia en la pareja. Sin embargo, en los últimos años se le ha prestado mayor atención a este fenómeno. Diversos estudios estiman que la prevalencia de abuso de sustancias en este colectivo de mujeres es elevada. Por ejemplo, en cuanto al abuso o dependencia de otras drogas las tasas de prevalencia oscilan entre el 7% y el 25%, siendo la media de 8,9%. Otros investigadores encontraron que entre las mujeres que no habían sufrido violencia en la pareja el 1,7% eran consumidoras problemáticas de alcohol en comparación con el 8,4% de aquellas que habían sufrido violencia física o sexual y el 5,7% de aquellas que habían sufrido violencia psicológica en el marco de una relación de pareja.
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Baja autoestima
Tal y como ponen de manifiesto numerosos estudios, la disminución en la autoestima es otra de las secuelas de la violencia en la pareja. Las mujeres que han sufrido violencia en la pareja tienen una probabilidad tres veces mayor de referir una baja autoestima que las que aquellas mujeres que no han padecido maltrato.
Una posible explicación de por qué las mujeres maltratadas sufren una disminución importante en su autoestima es que las mujeres experimentan una pérdida del foco de atención en sí mismas debido a que su foco de atención está puesto en gratificar las demandas del maltratador con el fin de prevenir la violencia. De este modo, descuidan sus propias necesidades. Otra de las explicaciones plausibles es que la baja autoestima en las mujeres maltratadas se relaciona con la tendencia a culparse por lo sucedido, de forma que pierden la capacidad de confiar en sí mismas. No podemos olvidar que en muchas mujeres los sentimientos de culpa están presentes.
Además, algunos autores afirman que las constantes críticas y descalificaciones a las que son sometidas por parte del maltratador y el aislamiento social que sufren en numerosas ocasiones y que las priva de otras fuentes de refuerzo social también explican la disminución o pérdida de la autoestima.
Inadaptación general
Diversos estudios ponen de manifiesto que las mujeres que han sido maltratadas tienen niveles altos de inadaptación a la vida cotidiana. Los resultados de un estudio indican que el 71% de las mujeres tenía un ajuste deficiente a la vida cotidiana. Asimismo, no se encontraron diferencias significativas entre aquellas mujeres que habían sufrido maltrato psicológico y las que además habían padecido maltrato físico. Los autores explican este nivel elevado de inadaptación como consecuencia de los síntomas que las mujeres desarrollan como consecuencia del maltrato. La relación de maltrato produce inadaptación en las áreas familiar, de pareja, laboral, social y emocional de la vida de la mujer. Por un lado, se produce el aislamiento social propiciado por el agresor y aceptado en ocasiones por la mujer, ya que se avergüenza de sus lesiones, lo que conlleva a la inadaptación social. Por otro lado, los trastornos psicológicos que aparecen como consecuencia del maltrato llevan a la inadaptación emocional. Se da también la alteración en las relaciones familiares, tanto con los hijos como con la familia extensa. Por último, el bajo rendimiento laboral, ausentismo laboral, aislamiento de los compañeros de trabajo o pérdida del trabajo conducen a la inadaptación laboral.
Suicidio o ideación suicida
Por desgracia, los estudios revelan que las tasas de prevalencia de suicidio o ideación suicida son elevadas entre las mujeres que han sufrido violencia de género. Según los investigadores la violencia en la pareja es la causa del 25% de los intentos de suicidio en mujeres. En otro estudio, los autores encontraron que más de un tercio de la muestra de mujeres de su estudio reconoció haber tenido ideación suicida en algún momento durante la última semana.
Asimismo, otro estudio pone de manifiesto que las mujeres que sufren violencia física y sexual habían tenido más intentos de suicidio en comparación con las mujeres que habían sufrido violencia física, pero no sexual. Por otro lado, el aislamiento social también es un factor de riesgo para el suicidio. Otros estudios han demostrado que los intentos de suicidio o ideación suicida aumentan con la severidad de la violencia sufrida.
Secuelas físicas de la violencia de género
No podía dejar de mencionar, aunque sea brevemente, las secuelas físicas de la violencia de género. Es importante tener en cuenta que tanto las secuelas psicológicas, como las físicas de la violencia machista coexisten al mismo tiempo.
La relación entre la violencia en el marco de una relación íntima y las secuelas en la salud física es compleja. Esto se debe principalmente a que las consecuencias pueden ser inmediatas y directas (por ejemplo, hematomas o la muerte), a largo plazo y directas (como la discapacidad) y/o indirectas o psicosomáticas (tales como los trastornos gastrointestinales).
A corto plazo, las secuelas más visibles son las lesiones físicas producidas durante los episodios de violencia física, pudiendo incluso terminar trágicamente con la vida de la mujer. Las mujeres maltratadas tienen más probabilidades de haber sido heridas en la cabeza, cara, cuello, tórax, pecho y el abdomen en comparación con aquellas mujeres que habían sido heridas de otras formas.
A largo plazo, debido al nivel de estrés tan alto mantenido a lo largo del tiempo, aparecen diversos problemas de salud física como resultado de una respuesta fisiológica activada y mantenida, lo que conlleva un claro deterioro en la salud de las mujeres. Los mecanismos exactos por los que tienen lugar estas secuelas se desconocen, pero podrían incluir las lesiones recurrentes, alteraciones neurofisiológicas, o ambas. Por ejemplo, se conoce que las mujeres que sufren violencia en la pareja son frecuentemente estranguladas y golpeadas en la cabeza, lo que puede dar lugar a graves problemas médicos, incluyendo secuelas cerebrales.
Son muchos los estudios que han revelado que las mujeres víctimas de violencia en la pareja informan de una mayor incidencia de síntomas en el sistema digestivo, muscular, respiratorio y circulatorio que las mujeres que nunca han sufrido violencia por parte de una pareja.
Como hemos podido ver, la violencia contra las mujeres en la pareja tiene graves secuelas para la salud psicológica de las mujeres. Sin embargo, los estudios disponibles ponen de manifiesto que se produce una recuperación gradual a lo largo del tiempo, sobre todo cuando las mujeres reciben ayuda psicológica por parte de un profesional.
Si te ha parecido interesante este post sobre las secuelas psicológicas de la violencia en la pareja, también comparto contigo otro artículo en el que hablo sobre resiliencia en mujeres víctimas de violencia de género.
Bibliografía
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36/sti.2006.023366
Me ha gustado mucho toda la explicación, gracias. Por qué un adulto no reconoce que tiene un trauma y opta por buscar ayuda ? Aceptar la realidad seria ir en busca de la felicidad personal y compartida. Tampoco saben compartir, siempre se quejan y descalifican a su pareja. Son enfermos.
¡Muchas gracias por tus palabras! El proceso de pedir ayuda suele ser muy complicado, más cuando ha habido un trauma. En la consulta me encuentro con pacientes que llevan mucho tiempo queriendo pedir ayuda y hasta que pueden pedirla puede pasar mucho tiempo. Hay muchos motivos: el miedo, reconocer todos los sentimientos asociados al trauma, miedo a que les juzguen… Un abrazo!