Oye Silvia, ¿Cuál es tu historia?

Desde pequeña he sido una persona empática y a la que le gustaba escuchar a la gente de su entorno. A medida que fui creciendo, me empezaron a interesar cada vez más las emociones y el bienestar de las personas. Tras terminar Bachillerato, decidí estudiar psicología. En un primer momento, quise especializarme en la psicología forense y poder trabajar con personas que se encontraban en situaciones complicadas.

Sin embargo, cuando realicé mis prácticas en un centro clínico, me di cuenta de a lo que realmente quería dedicarme. Quería ser psicoterapeuta, quería escuchar a la gente y poder ayudar. Desde entonces no he parado de formarme y estudiar diversas áreas de la psicología. Actualmente estoy especializándome en Trauma y Apego, me gusta saber lo que ha llevado a la persona a la situación actual y entender cómo se relaciona con el mundo para poder ayudar desde un enfoque flexible. Todos estos estudios, más la práctica como profesional me han ayudado a desarrollar y mejorar algunas capacidades, como la empatía, el saber respetar los tiempos del paciente y la flexibilidad.
 
Gracias a mi profesión he tenido la oportunidad de conocer muchas historias y trabajar con personas diferentes y en situaciones muy distintas. Durante mis prácticas del Máster estuve trabajando con personas que padecían trastorno mental grave. Esta experiencia ha sido una de las más enriquecedoras para mí, tanto a nivel profesional, como personal. Pero, la lección más importante que me llevé conmigo es la de no juzgar la situación de otras personas. Siempre estar dispuesta a escuchar y a entender lo que te comunique la persona que tienes delante.